Autor: Portal El País
La industria alimentaria se enfrenta a retos mayúsculos en los próximos años. El primero es dar de comer a una población mundial que no para de crecer. En 2050 se espera que supere los 9.000 millones de personas, un tercio más que en la actualidad. Ese crecimiento demandará un 70% más de comida.
Esto va a significar producir más, con el consiguiente impacto de estas actividades en el medio ambiente. La Unión Europea atribuye al sector de la alimentación el 10,01% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si le sumamos la distribución, este porcentaje alcanza el 26%.
Y aquí surge el segundo desafío. La industria tiene que dar solución a esta creciente demanda y a la vez reducir la huella que produce en el planeta. Trabaja ya en ello hace años, consciente de que los recursos fósiles son limitados y de que tiene que eliminar los residuos.
Reciclar es imprescindible, pero no es la única solución. De hecho, el 32% de los envases de plástico no llega a los sistemas de reciclaje. Parte de ese porcentaje acaba en la naturaleza y en el mar.
En este camino hacia la descarbonización de su actividad ocupa un lugar central la elección del envase. Este no solo tiene que cumplir condiciones esenciales, como llevar los alimentos de una manera segura y manteniendo los valores nutritivos. También tiene que ser reciclable, hecho a partir de materiales reciclados o de origen vegetal de fuentes responsables y con una fabricación y distribución cero emisiones.
Fuente: cincodias.elpais.com
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