Autor: R&G Indumentaria de Higiene y Seguridad
Poner en marcha un sistema de gestión de la innovación no es un fin en sí mismo, no es una meta que debemos alcanzar, sino que es una nueva dinámica de trabajo a poner en práctica en toda la organización que también se verá en la necesidad de ser mejorada en el tiempo.
La diferencia fundamental entre los términos “innovar” y la “mejora continua” radica en el riesgo asociado que asumimos al innovar. Por definición, la “mejora continua” no implica ningún tipo de riesgo. “Innovar” es un concepto que, de forma inherente, va siempre asociado a la incertidumbre y esta entraña riesgos que pueden ser de tipo tecnológico, financiero, de mercado, etc. Un proyecto de innovación siempre es un proyecto arriesgado. Un proyecto de mejora continua jamás lo será.
Ambientes volátiles, inciertos, complejos y ambiguos que desafían diagnósticos y pronósticos, que nos confunden y debilitan la efectividad de las “mejores” prácticas de las organizaciones.
Pero saber cómo aprovecharlas, son fuente de oportunidades de crecimiento y creación de valor. La innovación se alimenta de fallas; sin embargo, son fallas con poco error.
Impulsar el proceso de innovación de la empresa es uno de los trabajos más difíciles.
Necesitamos líderes, el rol del líder es no decirle a la gente qué hacer, poner a los equipos desafíos que parecen imposible de lograr, darles las herramientas, entrenamiento, capacidades para que ellos pueden lograr, cosa que tengan que esforzarse, darles el apoyo para que ellos puedan desempeñarse de la mejor manera posible.
La “innovación” es una de esas palabras que está muy de moda en la actualidad, está en boca de muchos empresarios y dirigentes que la suelen utilizar como un término casi mágico para dejarnos un tanto sorprendidos, poniendo énfasis en que todas las empresas están llamadas a gestionarla.
La innovación representa el cambio y los cambios entrañan riesgos, es difícil invertir esfuerzos y recursos en intentar crear algo nuevo sin el componente de lo desconocido y de la incertidumbre. Es decir, sin experimentar en cierto grado el riesgo. Esta es una de las principales razones por las que las organizaciones no se entregan de lleno a innovar siendo que al parecer, la innovación es una de las panaceas de nuestro tiempo.
Mirar lo imposible, necesitamos de estos 3 puntos:
Imposible, no es un hecho, es un desafío, es temporal porque todavía no lo hemos obtenido.
Camino de riesgo, ambigüedad e incertidumbre. Casi a modo de consenso puede afirmarse que la innovación se asocia al progreso de la sociedad: innovar es aumentar el valor de la sociedad y de lo que ella hace. Innovar es, de hecho, una necesidad vital que en todo momento realizan los seres humanos con el fin de progresar.
¿Qué problema hay que resolver?, encontrar la mejor solución y ejecutarlo. Al contrario que otras muchas cosas, la innovación nunca llega a su fin. Es un camino desconocido que nos lleva a una meta, y que una vez descubierto y recorrido lleva a otros caminos desconocidos.
Para un proyecto de innovación, ¿cuántos supuestos de hipótesis pueden llegar a tener? ¿En cuántos escenarios se evaluó?
Para alcanzar el éxito en el mercado es necesario que las empresas manejen una estrategia competitiva, además de eficiente, diferencial a la que comúnmente dominan las marcas rivales. Para satisfacer constantemente tales exigencias, el recurso que cada vez más demandan los clientes y que toda empresa desea cultivar es la innovación.
Según estudios son 74 variables, una persona puede manejar 7 variables para que no se le escapen.
• Capital humano (capacidades, entrenamiento, conocimiento, relaciones): tipo y nivel adecuado.
• Capital de información (base de datos, redes, propiedad intelectual): gestión.
• Capital organizacional (cultura, liderazgo, alineación, trabajo en equipo).
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