Autor: Portal Interempresas
Asegurar la inocuidad alimentaria es una prioridad para el sector alimentario. Los métodos analíticos son fundamentales para garantizar la ausencia de potenciales peligros para los consumidores. Listeria monocytogenes es una de las bacterias que centra los mayores esfuerzos de la industria.
Las enfermedades de transmisión alimentaria tienen un impacto enorme en la salud de la población y en la economía de los países: 600 millones de casos de enfermedades, 420.000 muertes y más de 95.000 millones de dólares en pérdida de productividad anualmente, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas. Así pues, asegurar la inocuidad alimentaria es una prioridad para el sector alimentario en general y para los operadores en particular. En este sentido, los métodos analíticos son fundamentales para garantizar la ausencia de potenciales peligros para los consumidores –tales como determinados virus, bacterias y compuestos químicos– en el menor tiempo posible, especialmente en el caso de los alimentos de corta vida útil.
Se trata de la especie del género Listeria causante de la listeriosis en los seres humanos y en los animales. Esta infección es poco frecuente, pero presenta altas tasas de hospitalización y letalidad. La principal vía de transmisión de esta enfermedad es el consumo de alimentos o piensos contaminados.
La bacteria puede encontrarse naturalmente en algunos productos frescos y también puede llegar a otros alimentos mínimamente procesados a través de una contaminación cruzada. Este fenómeno se produce debido a que L. monocytogenes, una vez ha entrado en una instalación alimentaria, puede crecer en condiciones adversas (temperaturas de refrigeración) y en diversas zonas (suelo, sumideros y superficies en contacto con los alimentos) desde las que es capaz de pasar a los alimentos.
Los biosensores son dispositivos que utilizan enzimas, anticuerpos, tejidos o células aislados para detectar compuestos químicos generalmente por medio de señales eléctricas, térmicas u ópticas. Algunos ejemplos de aplicaciones relacionadas con el control de la calidad y la inocuidad en la industria agroalimentaria serían: el control de procesos (p. ej., fermentación o pasteurización) y el análisis de la composición (p. ej., porcentaje de alcohol o azúcares), de la vida útil (p. ej., aminas biógenas) o de la contaminación (p. ej., plaguicidas o microbios).
En ambos casos, los métodos analíticos convencionales –cromatográficos o basados en cultivos o ensayos inmunológicos–, requieren de equipamiento y personal cualificado capaz, bien de realizar ensayos laboriosos, bien de manejar instrumentación sofisticada. Las principales ventajas que ofrecen los inmunosensores ópticos son su elevada sensibilidad, especificidad y rapidez.
Fuente: interempresas.net
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